Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

sábado, 26 de mayo de 2007

Huellas

Aún a riesgo de parecer esclavo y obsesionado de mi tiempo remunerado, no puedo dejar de comparar un edificio a una persona.

Para construir un edificio hace falta analizar sobre donde se va a cimentar. Si el terreno es firme o no. Si el terreno es agresivo o no. Para construir un edificio hay que sustentarlo en cimientos que lo mantengan en pie, que eviten que se hunda, e incluso cimientos que le dejen cierta movilidad, flexibilidad. Los edificios rígidos nunca fueron buenos. Incluso esos cimientos pueden estar preparados para futuras ampliaciones o modificaciones.

Un edificio debe tener su estructura, su “esqueleto”. Que debe ser resistente y flexible a la vez. Debe dejar espacio a lo que en un fututo llevará dentro. Un edificio ha de tener sus separaciones internas, que dividen los usos del mismo y permiten que cada parte se relacione entre sí.

Un edificio debe tener sus instalaciones, sus canalizaciones, por donde corra su “sangre”. Un edificio debe tener sus conexiones, sus luces, sus chispas, sus neuronas de un lado a otro.

Un edificio debe tener sus aperturas al exterior. Sus contactos con el mundo de fuera. Su fachada, su cara, sus ventanas, sus ojos, su puerta de entrada, su salida de emergencia. Un edificio debe tener su corazón, su parte “menos vistosa” pero a la vez más útil. Un edificio debe tener su cerebro, su cuadro principal desde donde se maneja todo.

Un edificio puede sufrir enfermedades, si no está bien cimentado, si le atacan agentes externos, si sus conducciones no funcionan bien, si su cerebro no trabaja correctamente…

Un edifico, incluso puede vivir siempre pegado a otro. Y a la hora de su demolición, puede ser "diseccionado" por partes, para aprovechar sus despojos. Pero también un edificio deja huella en aquel junto al que ha pasado tanto tiempo…


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